Claro García ha logrado el Goya al Mejor Guión Adaptado por ‘Mortadelo y Filemón Contra Jimmy el Cachondo’. Dirigida por Javier Fesser, y escrita también con su amigo Cristóbal Ruíz, ‘Mortadelo’ obtuvo, además, el Goya a la Mejor Película de Animación.
Claro García ha logrado el Goya al Mejor Guión Adaptado por ‘Mortadelo y Filemón Contra Jimmy el Cachondo’. Dirigida por Javier Fesser, y escrita también con su amigo Cristóbal Ruíz, ‘Mortadelo’ obtuvo, además, el Goya a la Mejor Película de Animación. También se hizo con el Premio Gaudí, el Forqué, y, en las mismas categorías de guión y mejor película de animación, consiguió las medallas del Círculo de Escritores Cinematográficos. En esta entrevista, Claro García repasa su trayectoria en los medios y su relación con el cine y con Astorga.
Aparte de tu carrera cinematográfica has publicado dos novelas; ‘Matadero’ y ‘Los Días de Colores’, esta última escrita con Javier Fesser. ¿Cómo es tu literatura?
Literatura es mucho decir. Todo comienza con un proceso de escritura que cuando está bien hecho –cuando le has dedicado tiempo y ganas -, se transforma en literatura, una hermosa forma de arte construida solamente con palabras. Debe jugar en su justa proporción, el elemento narrativo, el estético y el dramático. De otra forma existe la posibilidad de que llegues a leer listas de la compra que resulten más interesantes que muchas novelas que son meramente narrativas o simplemente estéticas o dramáticas.
Mi literatura, en cualquier caso, es propia, No sé si tengo una literatura ‘personal’, pero tengo una forma de escribir que es muy mía: me gusta ser preciso como un matemático y sugerente como un poeta. Y me gusta que ese milagro suceda a la vez. Me interesa mucho el ritmo. Me apasiona el mundo interior de los personajes, pero no concibo escribir una historia sin coches, sin carreteras, sin aviones, sin marcas de detergentes. Sin lo cotidiano. Son los aspectos físicos de la escritura. Me interesan mucho. Lo de fuera cuenta muy bien lo que sucede en el interior de los personajes. En cierta forma viene a ser lo mismo.
¿Cuáles han sido tus principales influencias?
Me muevo en varios frentes. Literariamente me gustan mucho los autores norteamericanos. Son ligeros y profundos a la vez. Tanto en poesía como en novela, donde aparecen de forma determinante esos elementos cotidianos que adquieren una importancia decisiva y que muchas veces constituyen el relato en sí. Me gustan, además, porque no sacralizan el hecho de escribir. No resultan coñazos, a diferencia de algunos autores de aquí, que parece que tienen la solemnidad por bandera. Aute me dijo una vez que la espuma del mar debe contener la esencia de la profundidad. Hablaba de la diferencia entre un poema y una canción. Es una imagen muy afortunada. A mí me gustaría escribir con esa ligereza; escribir de forma tan profunda que todo parezca ligero como una canción. Lo intento. Por otra parte, respondiendo a tu pregunta, recuerdo que, después de leer los tebeos de Mortadelo y Filemón, El Capitán Trueno, El Jabato, Hazañas Bélicas o El Sargento Gorila –que fueron los primeros diálogos que vi escritos-, la primera novela que compré al señor de pelo blanco que vendía los ‘cuentos’ en el puesto de la Plaza de Astorga, se llamaba ‘Muerte en el número 5’. Mi segunda novela fue ‘El Enamorado de la Osa Mayor’, la historia de un contrabandista. Yo tenía siete años y me pareció que estaba muy bien escrita. Tiempo después comprobé que el autor había ganado el premio Nobel de Literatura. A la vez, iba al Cine Asturic a ver aquellas películas de ‘Alí y su Camello’ o ‘Solo ante el Peligro’, o, en el Velasco, ‘El Mundo en sus Manos’. Desiertos, guerra, asesinos en la sombra, piratas, fronteras, héroes enamorados… Si se lo sumas a la vida real de aquellos años en Astorga, con tus amigos y tus calles, y añades la Turmix de los años que pasé en Madrid, sale mi retrato robot. Todavía me parezco. Escribo lo que he sido y lo que soñé ser. Soy aquellos tebeos, aquellas películas –que, por cierto, resulta que luego descubrí que habían ganado varios Oscar-, y soy y seguiré siendo aquellas calles de Astorga. En lo que escribo viven también los sueños de otros. Soy lo que he leído. Lo que he visto. Mis influencias abarcan desde García Márquez hasta Dani, un tipo que vivía en el barrio de San Andrés y que contaba a sus amigos las películas que veía en el cine. Tenía un don: lo que contaba no se parecía en nada al original, y a veces era mejor. El Ben-Hur de Dani era bastante mejor que la peli. Pero esa es una historia que os contaré otro día.
¿Tú escritura es cinematográfica?
Tu escritura tiene que ser cinematográfica en caso de que sea necesario. Si te encargan un guión debes escribirlo de forma cinematográfica y profesional porque estás escribiendo una guía –que es lo que en el fondo es un guión-; estás escribiendo la guía de la película, y lo que escribes lo debe entender todo el mundo: los actores, sonido, la sastra, maquillaje, peluquería, efectos…Si eres guionista, deja claro quién entra, dónde entra, a quién ve, dónde se sienta, qué dice, cómo va vestido, y si es día o es noche. Especifica si fuma o no fuma. Es cine. Te está leyendo un equipo muy diverso. Hazte entender. Cuenta lo que debe verse.
Sin embargo, escribir una novela de esa forma resultaría insoportable para el lector. En la novela te puedes permitir el lujo de decir lo que piensan los personajes, por ejemplo. En cine, solo hay acciones. Son dos mundos. El cine es de ciencias y la novela es de letras. Hace poco me dijo una editora que mi novela era muy literaria. Sigo pensando qué quiso decir con eso. Es como si escribes una película y te dicen que es demasiado cinematográfica.
Has adaptado novelas al cine y también has escrito una novela a partir de una película.
Adapté La Gaznápira, para Garci, en los años 80, mi primer trabajo para el cine. Una novela de muy difícil adaptación que no llegó a rodarse. Hace un par de años escribí ‘Los Días de Colores’, con Javier Fesser, basándonos en su guión ‘Camino’. Todo un peliculón. Son muy interesantes esos viajes de ida y vuelta. Te relacionas con los andamiajes del cine y de la literatura, adquieres oficio. Lo que al final cuenta de verdad es la historia. Hay que seducirla, hacerle ver que estará guapa vestida de cine o vestida de literatura. Debes conseguir que la historia se ponga de tu parte, que te ayude a escribirla. De otra forma es el infierno. Para la historia y para ti, y para todo el mundo, incluida la familia y los vecinos. La idea de este oficio es disfrutarlo.
Has dirigido cuatro cortometrajes. ¿No te ha apetecido continuar tu carrera como director?
Claro que sí, pero exige una tremenda energía. En el cine se pasa frío, y estás fuera de casa, y todo el mundo te pregunta cosas como si tú, por el hecho de ser director, tuvieras que tener una respuesta para todo: que cómo es la camisa del tipo, que si prefieres una pistola o un revólver… Lo que prefiero de verdad es trabajar sentado, a solas, en mi casa, sin tanta gente. Es verdad que muchas veces dije que iba a dirigir en defensa propia para que no me cambiasen las cosas que escribía, pero luego descubrí que algunos tipos no solo no jorobaban lo que yo había escrito sino que lo mejoraban sustancialmente. Es el caso de Fesser. ‘Mortadelo’ es un ejemplo evidente. Fesser ha mejorado y le ha dado vida a lo que había sobre el papel. Cuando Fesser se retire me plantearé mi vuelta a la dirección.
Con Fesser te une una gran relación.
Con los Fesser. Guillermo y yo empezamos juntos en Antena 3 de Radio, antes de que naciese Gomaespuma. A Javier lo conocí más tarde. Es de casa. Hemos compartido nuestros pequeños mundos: la novela Los Días de Colores, campañas de publicidad, como la de la Casera, ’13 Rue del Percebe’, que es una obra maestra; la peli de ‘Mortadelo’… Javier es un tipo generoso, humilde y genial, tocado por la gracia de Dios o de quien sea para moverse entre imágenes. Tiene un mundo propio y enteramente suyo. Él me embarcó en esta película de ‘Mortadelo’ que tantas alegrías nos ha dado, así que le estoy muy agradecido. Te diré, como curiosidad, que a finales de los 80 Juan Luis Cano, Guillermo Fesser, Javier y yo viajamos a Astorga para trabajar una semana en los guiones de ‘Cándida’, una serie que queríamos vender a Antena 3. Nada más llegar a casa, mi madre hizo una comida espectacular que nos dejó inutilizados dos días. Recuperados, o intentándolo, nos fuimos a Castrillo a comer un cocido maragato que nos fundió los plomos otros dos días. Hay fotos: todos tirados por la hierba después de comer, sin poder movernos; lamentables y estremecedores documentos gráficos que no estoy dispuesto a mostrar. Nos disponíamos a escribir para recuperar el tiempo perdido cuando mi madre apareció de nuevo con una bandeja de congrio para dar de comer a dos bodas. Y había que comérselo, claro. Dile tú que no. Regresamos a Madrid sin haber escrito una línea, pero muy gordos. Gracias a esos empachos no escribimos nada potable: Antena 3 apostó por ‘Farmacia de Guardia’ y no por ‘Cándida’. Hicieron bien. Hace un par de años, Javier y yo volvimos a Astorga invitados por el Festival de Cine. Luismi Alonso le entregó el premio honorífico del Festival. Se lo merecía, sobre todo por haber sobrevivido a aquellas comilonas.
Antes de hacer cine trabajaste en radio y en televisión.
Todo forma parte de un proceso. Comencé en la radio, en la Ser, mientras estudiaba la carrera. Hacía comentarios de cine. Los grababa para que se emitiesen los domingos. Recuerdo irme a Astorga en el autocar de Gelo escuchando los comentarios que había dejado grabados. Por cierto, ¿sigue Gelo en activo? ¿Sigue con su puro? Jamás me dejó en tierra. A principios de los 80 inauguraron Antena 3 de Radio y allí me fui. Era locutor de informativos y presentaba un programa musical ‘Los Mares de Madrid’ del Capitán Frontera. Fueron tiempos estupendos. Muchas estrellas de hoy comenzaron en Antena 3. Recuerdo con cariño aquella época. Estando en la radio comencé a escribir guiones para televisión y para cine. Con Garci participé en los guiones de ‘Historias del Otro Lado’, una serie de misterio que, después de tanto tiempo, me sigue gustando. Por lo demás, a lo largo de estos últimos 30 años he seguido haciendo televisión: me lo he pasado muy bien en TVE, en Antena 3, en Tele 5, en Canal Plus… Y estoy deseando volver. La tele te mantiene en forma. La tele y la radio.
¿En qué sentido?
Si trabajas en un programa diario, sea televisión o radio, no te puedes ocultar. Debes responder. Hay que dar la cara. No vale decir que no estás inspirado. Es muy diferente a escribir una novela o una película. A la tele y a la radio hay que darle de comer todos los días. Es un apasionante estrés. Recuerdo los guiones de Cruz y Raya, la sensación de trabajar al lado de un crack como Pepe Navarro, los grandes programas de entretenimiento de T5… He vivido en la columna vertebral de los medios de comunicación que atravesaron los 80, los 90, los principios del Siglo XXI. El cine, la tele, la radio… Y he conocido gente estupenda.
Y has hecho publicidad
Me apasiona. Exige rigor. He trabajado como creativo en varias agencias. Podría decir que intento hacer compatible un medio con el otro, pero creo que no es eso; en el fondo, todo es lo mismo. Todos los medios son uno. Cambia el código, el lenguaje, pero lo que importa de verdad es la historia. Es divertido contarla en noventa minutos o en treinta segundos.
¿Qué ha significado el Goya?
La posibilidad de compartir una tremenda alegría con la gente que quiero: mi hermana Esther, mis primos, mis amigos, mi mujer y mi hijo. Ha sido muy emocionante vivir la experiencia de estar nominado. Es cierto lo que dicen, que la nominación constituye un auténtico premio. Lo vives todo con tremenda intensidad. Y la Gala ni te cuento. ¡Qué nervios! Lo importante es que la Academia reconoce tu trabajo, y en la Academia hay gente a la que admiro y de la que me encantaría tener un autógrafo. Bueno, pues a esa gente les ha gustado cómo lo has hecho, y por eso te han votado. Me encanta que les haya gustado. En un cuartito, tras el escenario, vi a Antonio Banderas emocionado, con su Goya en la mano, apoyado en una mesa, perdido en sí mismo, mirando la estatuilla. Él ha vivido grandes experiencias en Hollywood, pero estoy seguro de que en ese momento ambos sentíamos la misma emoción. El Goya no está hecho de bronce: está hecho de miles de horas de trabajo, de sueños, de años de radio, de televisión, de publicidad, de cine, de amigos, de despedidas, de sacrificios… Poco a poco me voy dando cuenta de la importancia que tiene haberlo ganado; que lo hayamos ganado, debería decir, porque el guión, como sabes, lo escribí con Fesser y con Cristóbal Ruiz, mi colega de la Cala de Mijas, otro malagueño, con quien he trabajado mucho tiempo en la tele.A nivel local, el Goya es un motivo de satisfacción para el lugar al que perteneces. Agradecí mucho la carta de Victorina, nuestra amable alcaldesa, felicitándome por el premio y manifestando el orgullo que sentía. A ver si nos hacemos una foto con el “cabezón”. Me alegra que el Goya haya sido motivo de satisfacción para Astorga. Por cierto, aprovecho para felicitar a la plantilla del Atlético Astorga y a su Presidenta, a Sagrario. Qué alegría me dieron cuando subieron a Segunda B. Nadie debe dudar de la permanencia.
Astorga es el origen de todo.
De allí, del barrio de San Andrés, son mis primeros recuerdos, y mis primeros amigos. Astorga es una ciudad mágica, literaria y cinematográfica, poética y diferente a todo lo que he conocido. Astorga es una forma de ser, como muy bien sabe mi amigo Luismi Alonso. En el fondo nunca he dejado de ser lo que soy. Astorga tampoco. Soy aquellos primitivos tebeos, aquellas calles y aquellas películas. Y seguiré siéndolo. Fíjate que hacía frío y, sin embargo, recuerdo mi infancia en Astorga como un verano feliz e interminable. Un verano eterno. Y además tenemos un Goya. Me encanta haber sido el primero en recibirlo. Sé que no seré el último. Astorga es una continua sorpresa.
Fin.
Fuente: eldiario.es .