Claro García, Goya 2015 al Mejor Guión Adaptado: «El humor es el principal síntoma de inteligencia»

«Supe que algún día haría una película de Mortadelo y Filemón» Y así ha sido. En su discurso de agradecimiento por el Goya al Mejor Guión Adaptado, galardón compartido con Javier Fesser y Cristóbal Ruiz,  Claro García recordó su primer y feliz contacto con el cine, siendo niño, en su Astorga natal. Años después, terminaría escribiendo infinidad de historias para la radio, la publicidad, la televisión y la gran pantalla. Con Mortadelo y Filemón contra Jimmy el Cachondo (2014), cumple un viejo anhelo. En su primera entrevista tras recibir el reconocimiento de la Academia de Cine repasa su trayectoria y el modo en que entiende la profesión de guionista.

Ponnos en antecedentes ¿Cuál fue tu primer gran guión?

Mi primer gran encargo como guionista de cine fue la adaptación de una novela que me pidieron a principios de un maravilloso verano. Yo tenía veintitantos. Arrancaban los años 80. Era todo muy emocionante. Recuerdo irme a casa, de vacaciones, en el autobús de ALSA, con la máquina de escribir, el cigarrillo ladeado imitando a Cortázar, un cheque en el bolsillo y la sensación de que ya era escritor, de que yo era alguien importante porque me pagaban por escribir.

Nunca llegaron a rodar aquella historia, pero nadie podrá arrebatarme aquella sensación de sentirme escritor viajando hacia mi pueblo. Miraba por la ventanilla los campos que había visto una y otra vez, pero ahora eran diferentes; o lo parecían: y yo pensaba que a partir de ese momento  tenía que escribirlos de forma diferente porque ya era escritor.

Es hermoso tener un cheque en el bolsillo, una historia en la cabeza y, como sucedía en aquel entonces, poder fumar en las filas traseras de los autobuses. Nunca volvió a suceder nada parecido. Lo de fumar, digo. Lo del cheque, muy de vez en cuando.

Llevo más de treinta años trabajando en esto y sigo pensando que lo más hermoso del mundo es continuar aprendiendo, descubrir cosas, compartir experiencias

Has trabajado en radio, televisión, cine, publicidad… con gente tan variopinta como José Luis Garci, Pepe Navarro, José Antonio Plaza y muchos otros. Eres un guionista todoterreno. ¿En qué ha cambiado la manera de trabajar con gente tan diferente entre sí o cuál es la diferencia del trabajo que se hacía entonces y el que se hace ahora?

Uno está aquí para aprender. Llevo más de treinta años trabajando en esto y sigo pensando que lo más hermoso del mundo es continuar aprendiendo, descubrir cosas, compartir experiencias. En el fondo, todos los medios son uno. Si te gusta crear, si te gusta escribir, no puedes cerrarte a la radio o a la tele o a la publicidad o al cine. Los medios son fascinantes. Cuando los conoces, descubres lo que les gusta y lo que no. Hay historias que se enamoran de un medio determinado, y viceversa. No hubiese hecho cine si no hubiese pasado por la Radio o la Publicidad.

De Garci, de Pepe Navarro y de Plaza, o de Martín Ferrand, Hermida… aprendí muchas cosas, pero recuerdo con especial cariño a la gente que trabajaba con ellos; al conductor, al de los bocatas… La diferencia con aquella época consiste básicamente en dos cosas: eran tipos muy profesionales; gente del medio: hablabas con ellos y te entendían. Hoy no existe mucha diferencia entre hablar con algunos ejecutivos de TV o con el director de un banco. La otra gran diferencia es que había máquinas de escribir, así que debías tener cuidado a la hora de trabajar y pensar las cosas antes de escribirlas porque costaba un huevo cambiarlo. Hoy día, gracias a los ordenadores, la gente escribe como el culo. Como resulta tan fácil corregir… Lo mismo sucede con las grabaciones, el montaje… Me gustaba mucho más trabajar antes. No por cuestiones tecnológicas: Yo estaba más delgado y más guapo. En las redacciones se podía fumar y en las máquinas vendían cervezas.

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Recordemos un lugar un tanto especial. Háblanos de tu experiencia en Antena 3 de Radio.

Un sitio fabuloso.  Tiempos locos. Yo era locutor de informativos. Hice un programa donde ponía discos, probablemente el discjockey más triste de la historia de la Radio española. En A3 se juntó la vieja guardia con los que comenzábamos. Y de esa diferencia de potencial saltó la chispa.  Recuerdo con cariño a José María García, a García Juez, a Plaza, a Gomaespuma, a Nieves Herrero, a Luis Ignacio González, a Pepi, la chica de la puerta. Es hermoso arrancar proyectos. Luego las cosas suelen cambiar. Nos lo pasábamos tan bien que no nos íbamos a casa cuando terminábamos nuestro turno. Nos quedábamos trabajando.

Señálanos algún referente profesional que haya significado algo para ti, pasado o actual. Algún maestro del guión a tu criterio.

Me gustan los clásicos. Admiro mucho a los “artistas del guión”, pero admiro también a los profesionales capaces de mantener a su familia escribiendo historias con horarios salvajes y, a pesar de ello, dejándose la piel y lo mejor de sí mismos en el papel. Muchas de mis películas favoritas son películas de encargo. Me encantan los profesionales con mucho oficio. No solo del guión. Acabo de ver a un tipo arreglar la caldera de casa. No he podido dejar de mirar. Me gustaría trabajar las historias con la misma soltura que ese tipo arregló la caldera. No sé su nombre. ¿Recuerdas tú el nombre de los guionistas que más te han gustado? Esa es la cosa. Si todo va bien no sabrás nunca el nombre de los guionistas ni de los que arreglan las calderas.

Trabajamos para un ente gelatinoso que se llama Audiencia, al que conocemos de oídas, pero que en el fondo es el Gran Autor en la Sombra. A través de nosotros Audiencia escribe lo que le gustaría ver, pero en la mayoría de las ocasiones no sabe lo que quiere.

Los propios premios Goya son un producto televisivo en toda regla. ¿En qué medida influye la dictadura de las audiencias a la hora de enfrentarse a un nuevo guión?

Trabajamos para un ente gelatinoso que se llama Audiencia, al que conocemos de oídas, pero que en el fondo es el Gran Autor en la Sombra. A través de nosotros Audiencia escribe lo que le gustaría ver, pero en la mayoría de las ocasiones no sabe lo que quiere, así que escribimos por aproximación, imaginando las cosas que podrían hacerle gracia a ese ser monstruoso e informe que debería firmar con nosotros y repartirse además los derechos de autor porque Audiencia es, en el fondo, el Gran Autor en la Sombra. Dicho esto, me resultaría indecente escribir al dictado de esa masa gelatinosa. La verdad es que Audiencia desaparece cuando aparece Historia. Ella manda. Desea que la escribas, y a ella te debes. Muchos escritores tenemos un oficio que consiste en escribir guiones, y un hobby que es escribir guiones. En muchos casos estas dos cosas, siendo iguales, no se parecen en nada.

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Actualmente proliferan cursos, masters, titulaciones para guionistas de todo tipo. ¿Es realmente útil el paso por estas escuelas? ¿Estamos ante una burbuja?

Por supuesto que las escuelas son útiles. Es estupendo charlar con guionistas curtidos que pueden enseñarte cosas muy importantes del oficio. Y charlar con compañeros interesados en lo mismo. Escribir historias es un oficio.  Me gustan las buenas historias, y me gusta que me las cuenten bien. Resulta estupendo conocer la técnica, pero no caer en su dictadura. Uno debe enfrentarse a cada historia de forma diferente; hay que escucharlas, comprenderlas, saber lo que quieren, lo que necesitan. Si no las comprendes, ellas jamás te comprenderán a ti. Las historias son caprichosas y frágiles. No les gusta ser aplastadas por una plantilla. Pero reconozco que en algunos casos la plantilla hubiese sido perfecta. Funciona. La enseñan en las escuelas. ¿Por qué negarse a aprender algo que uno desconoce y que puede serle tremendamente útil?  Cuando cuentas bien una historia, con plantilla o sin plantilla, esa historia se enamora de ti. Todo es amor. Amor y oficio. E ir al cine. Mira las pelis una y otra vez y llegarás a comprender por qué en el minuto siete pasa esto o lo otro. Verás qué sentido tiene todo cuando está bien escrito.

Menciona algún guión pendiente que te hubiera gustado hacer y aún no has podido llevar a cabo.

No puedo hacerlo. No lo hagas nunca. Te lo copian. Y si no te lo copian creerás que te lo han copiado. Tengo más de seis historias que me hubiese gustado escribir y que finalmente han  rodado otros. Spielberg incluido. Ahora estoy trabajando en un guión que probablemente termine por robarme Clooney.

Cítanos uno de los trabajos en los que mejor lo hayas pasado

Lo pasé muy bien en Tele 5 en aquellos años en los que se hacían galas un día sí y otro también. Fue a principios de los 90. Trabajaba con Cristóbal Ruiz, ganador también del Goya por el guión de Mortadelo. Escribíamos el guión de un programa en el que había elefantes, payasos, magos… Disfrutamos mucho.  Como niños.

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De los guiones que has escrito, uno de los más polémicos ha sido el de la película y el libro «Camino», ¿es una versión irreverente de la historia real? ¿Cómo fue enfrentarse a una historia tan controvertida?

El guión de Camino es original de Javier Fesser, un buen amigo desde hace muchos años. Planeta estaba interesada en la historia y le propuso novelarlo. Y él me lo propuso a mí. Una bonita experiencia escribir a medias. Cuando comenzamos la novela ya había pasado la polémica con la película, así que Javier se llevó la peor parte. No es una versión irreverente de la historia real. Probablemente la historia real sí fuese más irreverente que los propios hechos reales que vivió la niña. La historia está inspirada en hechos reales, es cierto, pero después la haces tuya. Camino, Los Días de Colores, está escrita desde el respeto, desde el deseo de comprender y de arrojar luz sobre una institución que al parecer se mueve mejor en las tinieblas. Resultó apasionante estar tanto tiempo encerrado en el cuerpo de una niña de doce años y mantener su punto de vista. Ahora estoy encerrado en el cuerpo de un soldado de principios del siglo pasado. Es un oficio duro y bonito.

Mortadelo y Filemón contra Jimmy el Cachondo, es la película soñada. Son Mortadelo y Filemón de verdad. Los que conocemos. Los de Ibáñez, los nuestros, los de todos nosotros.

Pese al impulso que desde hace años se le intenta dar, el cortometraje es un formato que sigue siendo considerado «menor». Tú has dirigido varios, ¿por qué sigue considerándose así?

El corto no es un paso a nada. El corto es un género en sí mismo. Y exige una energía tremenda. Vivimos una dictadura de formatos y de rentabilidad pura y dura. Los productos audiovisuales cinematográficos se envasan en bandejas de noventa minutos para su correcto consumo, y la televisión emite programas de veinticinco, de cincuenta o de vete tú a saber porque habitualmente los estiran de forma insoportable por cuestiones publicitarias. La publicidad tiene maravillosas películas de veinte segundos, y hay miniseries de cuatro horas. Y sketches, un género que me encanta, que no sobrepasan los dos minutos. Sin embargo, el corto camina por una tierra de nadie muy extraña. A mí me ha sucedido en ocasiones que las ideas no encajaban con los formatos que exige la industria. Corto no debe significar menor. No conozco a nadie que rechace la Gioconda porque sea un cuadro pequeño.

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¿En qué aspectos mejora o crece la última película de Mortadelo y Filemón por la que estás nominado, respecto de la de Benito Pocino y Pepe Viyuela?

Son pelis muy diferentes. La primera me encantó. Creo que Fesser es de lo mejorcito dirigiendo cine. He tenido la suerte de trabajar con él en otros proyectos, pero Mortadelo y Filemón contra Jimmy el Cachondo, considero que es la película soñada. Son Mortadelo y Filemón de verdad. Los que conocemos. Los de Ibáñez, los nuestros, los de todos nosotros. Y realizan acciones que pertenecen a la lógica del cómic y que de otra forma, con actores de carne y hueso, quedarían un poco forzadas. El trabajo de Ilion, el Estudio, es espectacular. Mi garganta profunda en USA dice que los de Pixar han flipado. No me extraña.

¿El humor es o debería ser una cosa muy seria?

El humor es la bomba atómica de los pobres, lo que nos distingue de los animales; es el signo de la evolución humana. El humor es el principal síntoma de inteligencia. El humor lo es todo. Prueba a contarle a tu perro un chiste, ya verás cómo no se ríe.

¿Es mejor escribir dentro de un equipo de guionistas o en solitario?

En general, la vida es mejor en compañía. Cuando estás solo empiezas a darte la razón y, sobre todo, a creer que la tienes, que es lo peor. Soy lo que soy porque he trabajado con grandes guionistas, entre los que destacan Luis Lázaro, un gran amigo al que me apetece citar aunque ya no pueda leer esto. Cuando trabajas en equipo aprendes. Y se te baja un poco el ego. Pero también me gusta de cuando en cuando (como si se pudiera elegir) trabajar solo. Eso te ayuda a conocerte. Recuerdo una serie para TVE que se llamaba Historias del Otro Lado, dirigida por Garci, de terror, misterio, o como queráis denominarla. Me veo por la noche, escribiendo una secuencia en la que se abren las cámaras frigoríficas que contienen los cadáveres, y los muertos abandonan el edificio y salen a la carretera… Coño, me está dando miedo otra vez, solo de pensarlo. En fin, considero que esa secuencia hubiese sido distinta si hubiese participado más gente. Quizás mejor, pero distinta. Transmití en ella mi propio miedo, no el de los demás.

¿Cómo ha de ser la relación ideal entre guionista y director? ¿Al guionista le toca pensar como director a menudo?

Pertenezco a la vieja escuela, lo que significa que, como guionista, me he puesto siempre al servicio del productor, y del director, que es el que al fin y al cabo va a poner ese guión en imágenes. Pero probablemente esa no sea la relación ideal. Es una pregunta muy interesante que exige una reflexión más profunda. De cara al futuro, mi idea es ponerme solamente al servicio de las historias. Eso sería lo ideal, pero no es posible. Por lo demás, el guionista piensa como director, como maquillador, como vestuario, como operador… Todos los departamentos deben aportar ideas, que siempre mejoran el texto inicial.

CARTEL CLARO

Si hubieran sido Mortadelo y Filemón los encargados de recoger tu «cabezón» en la gala de Los Goya ¿cuál habría sido la secuencia?

La idea es la siguiente: minutos antes de la Gala desaparecen los Goyas que tienen que entregarle a los premiados. Los ha robado Jimmy. Mortadelo y Filemón intentan recuperarlos antes de que llegue el momento de la entrega. Si en cine la gente se preguntaba cómo lo habría hecho Lubitsch, en cómic la pregunta es: ¿Cómo lo haría Ibáñez?

«Mortadelo y Filemón contra Jimmy el Cachondo» de Javier Fesser:

Mejor película de animación en los Premios Gaudí 2015, Premio José María Forqué al mejor largometraje español de animación, Premio del Círculo de Escritores al Mejor Guión Adaptado y Mejor película de animación, y Premio Goya a la mejor película de animación y al mejor guión adaptado.

(Una entrevista de Alex Vaquero e Irene Vaquero)

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